Mensaje sobre la seguridad ciudadana


Aquella ciudadanía que está dispuesta a renunciar a su libertad en aras de una mayor seguridad pronto se quedará sin la una ni la otra. Al que desee la seguridad total, que nunca le falten medicinas, alimento, refugio… Ha de darse cuenta de que lo que está deseando se encuentra en una cárcel.

Conseguir la seguridad en un país es el más sagrado de los deberes para el gobernante. Sin la seguridad de que uno puede salir a la calle sin ser asaltado no se puede llevar a cabo una vida pública normal.

La seguridad para un pueblo ha de venir de la legislación y la justicia. No valdrán la violencia desorganizada de las mafias de protección populares que degenerarán en muchedumbre, o la exacerbada del Estado, si se le dan poderes que rebasen la justicia y se le permite actuar como le da la gana. Pues ambas fuerzas se volverán contra el pueblo si no se les pone el coto de la ley.

Algunos dicen que sólo la libertad asegura la seguridad. Los gobiernos que dicen anteponer la seguridad a la libertad son tiranías. Pero, libertad exacerbada sin seguridad, ¿En qué se diferencia de una anarquía?

Aristóteles dijo que la desconfianza es la madre de la seguridad. Para vivir seguro, lo mejor es no confiar en el vecino, en el gobernante ni en el familiar.

La inseguridad es el mayor de los problemas que azotan a Occidente. ¿No nos damos cuenta de que vivir con la amenaza del robo, del asalto, del asesinato, no es vivir? La vida de aquel que teme salir a la calle porque puede ser violentado es la existencia del animal acosado, del ciervo perseguido por el lobo. No es existencia para un ser humano.

El hombre moderno ha de entender que siempre va a haber alguien dispuesto a hacerle daño para obtener poder, dinero o simplemente por placer sádico. Ello ya lo sabían nuestros antepasados, acosados a diario por la violencia y la guerra; pero nosotros, en base a nuestra vida de molicie y comodidad, lo hemos olvidado. La seguridad que damos por garantizada puede escapársenos en cualquier momento, y con ella, el tejido social.

La guerra es el estado natural del ser humano. Los civiles, a lo largo de la historia, han vivido sometidos a castas militares y sociedades guerreras. El estado actual de seguridad para todos sin condición no ha de durar.

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