Arrodillada a los pies del altar,
apareciste así con tu nacarada faz.
Como la Dolorosa suprema en verdad,
tus ojos almendrados para admirar,
me dijiste sí allí mismo sin dudar.
Así llevamos ya diez años y un par.
¡Feliz y grato aniversario, Mar!
—
No te olvides nunca de rezar, Ana.
Dios en la cumbre siempre te ama.
Los ángeles celestiales ya reclaman
que celebremos esta fecha señalada.
¡Feliz y bendito cumpleaños, Ana!
—
Con la mano en la Biblia metida
leo las escrituras sobre la vida.
Ellas son de vero auténtica guía.
Encuadernada, regalo esta sabiduría
a mi hermosa y bella ahijada Aída.
¡Feliz cumpleaños, ratilla!
—
Ángeles y demonios se engarzan en lucha feroz.
¿Quién vencerá?, se pregunta el recio labrador.
Es la eterna guerra donde el bello bien sanador
a veces pierde ante el total mal avasallador.
Tú decídete por lo primero siempre, Amador,
en tu cumpleaños y en todos tus días de verdor.
—
Allá en el claro se me apareció la santa
a mí cual pastorcito de Fátima la blanca.
Hoy, como ayer, vivo de forma elevada
este amor puro que bellamente plasmas.
¡Feliz cumpleaños, mía amada!
—
Te levanté un templo sin igual,
con un santo altar para el cual
empleé todo el oro del taguán
y la rara madera del guabán.
Te traje hasta allí en guarán
y luego no dejamos de ruar.
¡Hoy tu día es y debes actuar
como la Virgen en su zaguán!
—
Mi Virgencita morenica,
eres bien de rebonica.
Cantaremos cancioncicas
en tu santo el día.
—
Jesusito, Jesusito,
mi corazón, hijo,
te lo doy impío.
De ti soy indigno,
pero amar quiero.
Te regalo bendito
el amor henchido
en este tal hito.
—
Nombre de santa habías de tener,
que mujer tan buena has de ser.
En tu semblante perfecto se ve.
Santa Águeda creo que te llamaré,
así lo dicen los calendarios bien.
¡Feliz y dichoso aniversario!
—
Las Sagradas Escrituras hablan
de muchas y varias damas santas,
que, cual Verónicas, se encargan
de quitar los dolores de las almas.
Tú debieras ser una de las tantas
que por la Biblia y la tierra pasan.
¡Feliz aniversario, amiga amada!