Abuela, la que yo más quería.
Eras faro, luz y dulce guía.
Ahora estás en buena compañía,
junto a Jesús y la Virgen María.
Abuela, la que yo más quería,
felicitote allá donde nos miras.
—
Mi abuela cumple hoy cien años.
Al nacer, me acunó en su regazo.
Al casarme, me dio maternal abrazo.
Hoy toca tan solo cogerle de la mano
para cantarle el feliz aniversario.
—
Abuela, mi más querida viejita,
ahora pareces tan chiquitita.
Pero ya vas a ser grandecita,
que celebrarás con tu familia
completa lo que llevas de vida.
—
Como madre fuiste para mí, abuela.
Conmigo estuviste siempre, abuela.
Por eso hoy te refelicito, abuela.
No puedo olvidarme de ti, nuera.
Cobijeme en tu cálido seno, nuera.
Casa y comida me diste, nuera.
De ambas dos me acuerdo este día,
abuela y nuera, bases de mi vida.
—
Allá en tu pueblito te dejé,
y hoy vengo a vuesa merced
saludar, contentar y mecer,
como tú lo hacías cuando bebé.
¡Feliz cumpleaños, yaya!
—
En tu granja buscaba de las gallinas
los huevos para darte y con la harina
preparábamos cosas ricas en la cocina.
De cuando joven, cuentos me contabas,
con historias de antes te emocionabas.
Y sabios consejos siempre me dabas.
Hoy toca celebrar por todo lo alto,
abuela, el día de tu cumpleaños.
—
Echas de menos a abuelo, lo sé,
cuando, por la cuesta, iba alegre
y volvía cargadito de dulce miel.
Ahora ya no está y no puedes verle,
pero aquí estamos para retraerle
a tu memoria y a este mismo presente.
—
Gracias a ti, abuela,
poseo memoria buena.
Pues, aunque muera,
nunca en una huera
carcasa legado pueda
descansar. Mi nuera,
junto a mi suegra,
casi en duermevela
guardan la novela
en buena puerta.
¡Feliz aniversario!
—
Abuelo y abuelo estaban
en el pueblo, en su casa.
Allí grandes veladas
junto a mi familia pasaba.
A veces con ella hablaba,
otras con él conversaba,
y los dos me acariciaban.
¡Feliz aniversario, abuela!
—
Cumpleaños y santo coinciden.
Que antes era costumbre, dicen.
Así puedo en dos veces decirte
que en gran día tú naciste.